Cuando en 2004 la organización belga Fundación Polar Internacional presentó el proyecto de la Estación Polar Princesa Elisabeth, estación científica neutra en emisión de CO2, no hubo mucha gente que creyera en su éxito. Desde el año pasado, sin embargo, la estación se encuentra en funcionamiento, y los escépticos de ayer tienen ahora una perspectiva completamente diferente del proyecto.
Dos objetivos principales destacaron desde el principio: destacar la importancia de las ciencias polares mediante el establecimiento de una nueva infraestructura científica en la Antártida para científicos belgas e internacionales; y demostrar que es posible construir una estación a "emisión cero", en un lugar tan áspero y remoto como la Antártida con materiales y tecnologías ya existentes. El mensaje era claro: si es posible construirla allí, es ciertamente posible ponerla en marcha en cualquier parte del mundo.
Una parte importante de los gastos de funcionamiento de una estación polar depende de la energía. El aumento del precio del petróleo ha tenido importantes consecuencias en los presupuestos de las estaciones convencionales. Por ello, en este caso se han tenido que buscar soluciones originales para conseguir un edificio “zero emissions”. Gracias al proceso de optimización energética, la estación consume de media 40 kw/h (contando con un equipo de 20 personas). Para hacernos una idea de las cifras, podemos señalar que una familia europea consume de media 20 kw/h.
Para más información: http://www.antarcticstation.org/
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